domingo, 27 de junio de 2010

this was the life

Llamas a uno, quedas con los otros. Vamos al chino, menú para cinco, no, menú para cuatro. Que si unas cazallas, que no, gracias, los rollitos, llega el arroz, pásame la cuchara, nos traen los tallarines. Cuidado que queman, espera, la ternera. Pues yo habría preferido ir a picar. Trae el cerdo agridulce. Una más de sangría, aquí llega el pollo al limón. Trae la carta de postres, no, yo no quiero, ¿nos pedimos esto a medias? Sí, venga. Hale, que salimos a diez, joder, estoy harto de pagar vuestras sangrías y vuestras cazallas, yo no pago el billar.

Total, si no tocamos el billar. Venga, por aquí, no, allí nos esperan estos, hemos quedado en el otro sitio. Acompáñame a sacar dinero, eh, ¿alguien se viene a buscar un sitio para mear? Risas, un cubata y otro de regalo. Señores, me voy a casa, estoy reventado.



Te levantas, desayuno, pereza total. El sol hace que duelan tus ojos. ¿Vas a moverte o qué? Haz la cama, friega el bol. Cama hecha, dientes lavados, crema puesta, camiseta elegida, bañador puesto. El iPod en la mano, el móvil con el agua. Camino de la playa, familias domingueras, capullos flipaos, niños gritones. Avanza, déjalos atrás. Por fin, este es mi sitio. Una hora, dos, quién sabe, siempre me voy cuando se empieza a estar bien. Ducharse, comer, el cortado de después, aunque hoy podría hacerme un bombón del tiempo. Un poco de ordenador, ¿quizás leer? Si me pongo a leer me sobo. Ya es por la tarde, el domingo se acaba, mañana a trabajar y el viernes vuelta a empezar.

sábado, 19 de junio de 2010

return the favour

El otro día, rebuscando entre las cajas de las viejas Blackberry del curro, tuve una pequeña sorpresa. Atisbé algo extraño en el borde de una de las fundas, y cuando metí los dedos rocé algo que jamás habría esperado encontrar ahí. En mis manos apareció un precioso, rugoso y anaranjado billete de 50 eurazos. Estaba solo en el despacho, así que, rápidamente, lo volví a dejar donde estaba, más metido todavía, cerré la caja y mientras seguía ordenando, me puse a meditar qué hacer.

Soy de esa pobre gente que dice a las cajeras cuando le han devuelto de más y que, si se encontrara una cartera con pasta, la llevaría intacta a la policía. Por supuesto, si me encontrara dinero sin identificación, para dejarlo volar mejor me lo quedo. Y lo que me ocurrió era casi eso, porque ni había DNI ni un sello de propiedad, pero sabía de quién había sido esa Blackberry. Por una parte pensé que, si hacía más de un año que estaban esos euros allí, es que no los había echado de menos. Por otra, que, al fin y al cabo, era su dinero. Estuve el resto del día meditando qué hacer, sopesando las consecuencias. Consulté con gente de confianza una vez salí del trabajo.

¿Qué creéis que hice? ¿Qué habríais hecho vosotros?

Actualizado: lo devolví, of course. Es interesante reseñar que cuando se lo conté a mi jefe, me dijo que él usó esa Blackberry durante un mes, cuando el año pasado estuvo en China y la BB ya llevaba un par de meses en la caja. Así que quizás devolví ese dinero a quien no era su dueño. Eso me pasa por honrado.

miércoles, 16 de junio de 2010

relax, take it easy

L
(sarcástica)
¿Y tanto trabajo es para tu blandita mente masculina honrarnos con tu divina presencia?

E
(sonríe socarronamente)
¿Y lo guapa que estás cuando te enfadas?

Esta escena tan extraordinariamente tópica, un auténtico cliché del cine, es tan absurdamente inocente que, doy fe, suena aún peor si intentas decirla en voz alta. Sé de lo que hablo, aunque eso es otra historia y será contada en otra ocasión.

La gente tiende a exagerar la importancia de las cosas. No hay que perder nunca la perspectiva, ¿qué es realmente importante? Precisamente yo soy de los que montan un pollo si un amigo aparece un cuarto de hora más tarde, y me esfuerzo por que el enfado me dure un par de horas al menos, así que soy el menos indicado para hablar de estas cosas. Supongo que, como siempre, resulta más fácil comentar los fallos de los demás que aplicarse el cuento a uno mismo, pero al mismo tiempo pienso que me da exactamente igual y que, total, lo cierto es que sí, que la gente se pasa con la importancia que le da a las cosas. Comentarios, asuntos de trabajo que realmente no son vitales, el fútbol, citas con amigos... Un "uy, lo siento, pero no, me ha salido algo y no puedo ir en media hora... ya nos vemos mañana" recibe por lo general una reacción sanguinaria. Pierde el equipo favorito de alguien y queda de morros toda la noche, otro traspapela diez euros y siente que su mundo acaba. Un tío capullo, al que detestas, te dice algo que te duele, ¡y le das importancia! Hay que tomarse con poca seriedad las cosas que te digan los demás, pero si encima viene de gente imbécil, ¿para qué hacer caso?

Nuestra selección patria ha perdido y el país estará lleno de plañideros lamentándose y culpando a media plantilla, al seleccionador, a Ricola y al Emmental. Es sólo fútbol.

Mejor tomárselo con humor. Como suelo decir, la vida puede ser una mierda, pero peor es no tenerla. Un poco de perspectiva. Pero qué psicotrópico psicólogo me he levantado hoy.

Buenas tardes y buena suerte.