Las mujeres mayores son muy aficionadas a ir a la peluquería periódicamente, aunque sea simplemente a que las peinen cada pocos días, como si ellas no pudieran hacerlo en casa. Claro, luego salen a la calle con esos peinados de peluquería tan recargados, con el cabello abombado por el secador, esos pelos impecables y férreos de setentonas que no se mueven ni aunque los sacudas. La gente normal, niñas y niños, chicas y chicos, adultas y adultos, hasta donde yo sé, va cada tres o cuatro semanas. Da lo mismo que sólo quieran recortar o deseen un cambio radical; en su mente esta experiencia siempre aparece como una fantasía maravillosa en la que un peluquero fashion le convierte en un nuevo Brad Pitt o una nueva Angelina Jolie con cuatro tijeretazos y un poco de tinte.
Que por cierto, con la peluquería pasa un poco como con la cocina: el negocio está lleno de mujeres, pero curiosamente los que más fama tienen son hombres. Podemos nombrar a Arzac, Arguiñano, Adrià y muchos más, pero además de Simone Ortega (que encima nunca fue cocinera profesional) o la hermana de Karlos, pocos nombres femeninos suenan entre el gran público. Con los verdugos del cabello ocurre lo mismo. Y digo "verdugos" porque el sentimiento generalizado entre todos los que aún tienen pelo sobre sus cabezas es que no tienen medida, son como soldados ansiosos por entrar en batalla. Da igual que se enfrenten a un cabello corto, a uno largo, a uno arreglado unos días antes... son implacables, y siempre cortan mucho más de lo que sus clientes piden. Al principio creía que sólo yo me sentía así, pero después de muchos años escuchando historias similares cuando me quejaba de mi último corte de pelo veo que todos hemos sido sus víctimas en más de un puñado de ocasiones.
Ahora ya no sé ni a qué venía todo esto, aunque supongo que tampoco tenía más necesidad que la de exponer mi frustración una vez más. Si tenéis un peluquero (o peluquera, aunque podéis adelantarle que difícilmente alcanzará la fama) con el que estáis contentos, consideráos afortunados. Muy afortunados.
yo he tardado tiempo en encontrar a un peluquero o peluquera que me dejara bien, o al menos como yo quería el pelo. Por fin lo encontré, cerca de casa, si me da una hora me atiende enseguida y no me tiene 3 horas esperando con cara de tonta como en las peluquerias de viejunas. Menos mal.
ResponderEliminarPues yo estoy very happy con mi peluquera, La Vicenta, de toda la vida! me corta el pelo que luego no tengo ni que tocarlo, es pelo peluca, lavar y listo! aunque antes de amarla la odiaba a muerte, cuando llevaba el pelo casi por la cintura melenaza rubia total cada vez que me lo cortaba saliamos de los pelos, ahora que lo llevo corto todo es felicidad porque cuanto más corta más me gusta... pero cuando llevaba el pelo lardo ainsss que de disgustos!!! :)
ResponderEliminar¿¡Cada tres o cuatro semanas!? En mi vida he vuelto a una peluquería habiendo pasado menos de dos meses de la vez anterior. A las tres semanas al pelo casi ni le ha dado tiempo de crecer, home.
ResponderEliminarAhora me lo corto en casa, más barato. (H)
Yo siempre he tenido movidas con los peluqueros... De hecho, creo que sólo una vez me ha cortado el pelo un hombre y acabé con un flequillo a lo Amaral que me sentaba como el culo!!
ResponderEliminarAsí que, desde entonces, digo muy clarito lo que quiero y, si es necesario, les amenazo con clavarles las tijeras!! Jajaja!!!
Un besoteee
Que decir de los peluqueros, yo cada vez que entro por la puerta de mi peluquería habitual rezo para que esté el chico que suele cortármelo siempre, los demás no lo hacen mal, puedo sobrevivir a la experiencia, pero no es lo mismo. Cuando me lo corta el de siempre salgo con una sonrisa de oreja a oreja, en cambio cuando me lo corta otro salgo pensando en "Dentro de una semana estará igual que siempre, gracias a dios..."
ResponderEliminarEn cuanto a la frecuencia, yo de un mes no puedo pasar, sino parezco un estereotipo pop salido de los años 60.
Un saludo!
Veo que todos tenéis suerte (hasta tú, X, que tienes la opción barata y cómoda). Yo llevo años peregrinando de una peluquería a otra, y así seguiré, parece.
ResponderEliminardesde hace un tiempo, le digo al "estilista" (ahora es un mujer) "al dos". La discusión es que le da cosa y me lo deja al dos y medio. La máquina no engaña.
ResponderEliminarKisses
PD: Carme Ruscadella es la chef de un tres estrellas michelin.
PD: Maldita dislexia. Es Carme Ruscalleda.
ResponderEliminarEso no solo pasa en ESPAÑA. Si una persona va a un lugar que turisticamente cautiva sus emociones quiere disfrutarlo AL MAXIMO...
ResponderEliminarPor ejemplo yo, en Disney (USA) no querria dormir tampoco, son tantos parques tematicos, tanta diversion que siempre quiero sacar lo mejor de la experiencia...
Turistas hay en todas partes, pero las regiones con más cultura de fiesta se prestan más a recibir este tipo de turismo.
ResponderEliminarDisney World/Land tiene que ser alucinante.